"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 25 de junio de 2014

¿Qué conoces de las Altas Capacidades?

¿Qué significa el concepto “alta capacidad”? ¿Por qué es un campo que no es tan conocido como las dificultades intelectuales? El siguiente video nos ayuda a entender de forma introductoria este concepto:
 

¿Por qué no ofrecemos la misma ayuda a los niños con trastornos de aprendizaje o dificultades escolares que a los niños con alta capacidad tanto a nivel familiar como escolar? Estos niños nos piden más y tienen derecho a saber más, es por esto por lo que he recogido en el blog los siguientes motivos de por qué es necesario conocer las capacidades de cada uno de la página del Instituto Internacional de Altas Capacidades.
 
¿Por qué es necesario conocer las capacidades innatas y talentos de todos los estudiantes?
-          Porque el talento que no se desarrolla se pierde
-          Porque en el Estado Español con la Ley Orgánica de Educación (LOE) todos los estudiantes tienen derecho a recibir la educación inclusiva: adaptada a sus necesidades y al desarrollo de sus talentos
-          Porque es justo dar a cada uno lo que necesita. En esto consiste el principio de igualdad de oportunidades
-          Porque el desarrollo del talento, el desarrollo personal pleno, sólo se logrará si se permite desplegar todo el potencial intelectual sin barreras
-          Porque es urgente romper con los mitos y prejuicios sociales que frenan el reconocimiento y el desarrollo del talento de cada uno
-          “Porque todos los niños que no son superdotados o de alta capacidad, todos son talentosos, pues todos tienen una capacidad potencial o talento que es preciso descubrir para poder desarrollar” (Dr. J. Gairín)
-          Porque el talento se busca, no hay que esperar a encontrarlo
-          Porque “El genio sólo puede aflorar en libertad, conquistarse a uno mismo requiere tener la libertad de pensar por uno mismo” (Stuart Mill)
-          Porque los padres quieren que la enseñanza desarrolle los talentos de sus hijos, y en la enseñanza “los padres tienen el derecho a elegir lo que consideren mejor para sus hijos y “necesariamente deben prestar su consentimiento respecto de las distintas opciones educativas que puedan plantearse por la administración” (Tribunal Supremo Sentencia 12-11.12)
-          Porque todos los niños tienen derecho a ser felices, y la felicidad de cada uno necesariamente pasa por el desarrollo de sus capacidades potenciales y talentos, que todos tienen.  
 
Definiciones básicas:
-          Talento: Alta capacidad en un campo específico: artístico, académico, matemático, verbal, musical, motriz  y creativo.
-          Precoz: Ritmo de desarrollo más rápido de lo habitual, pero no alcanza niveles de desarrollo muy superiores. Los niños superdotados serán precoces habitualmente, sin embargo, no todos los precoces serán superdotados.
-          Prodigio o genio: Obtienen resultados superiores a edades tempranas, comparables con la calidad de la obra de un adulto.
-          Superdotado: Niños caracterizados por poseer un nivel superior de recursos en todas las aptitudes intelectuales: aptitud numérica, capacidad de cálculo, comprensión y razonamiento verbal, capacidad espacial, etc.
 
¿Cómo detectar una alta capacidad? En la siguiente página del instituto internacional podréis encontrar diferentes cuestionarios a responder por los padres y/o los profesores. Una vez contestados, tal y como se indica en la página web, podréis enviarlos contactando con el instituto de altas capacidades más cerca de vuestra zona de residencia. La página web es la siguiente:
 
 

miércoles, 18 de junio de 2014

Terapia E.M.D.R por Teresa Ramis

El blog de esta semana va a cargo de una compañera y amiga, Teresa Ramis. Actualmente se encuentra trabajando en la Asociación Anénoma -Grupo de Autoayuda para Mujeres con Cáncer de Mama y sus Familias- de Benidorm y Villajoyosa  y tiene formación tanto cognitivo-conductual como en terapia E.M.D.R.  Este es su artículo. Que lo disfrutéis ;)
 
E.M.D.R. son las siglas de Eye Movement Desensitization and Reprocessing (Desensibilización y Reprocesamiento a través del Movimiento Ocular). Es lo que empezó siendo una técnica de tratamiento y actualmente es todo un enfoque terapéutico integral.

Para trabajar desde este abordaje, en primer lugar es necesario explicar que trauma, tal y como lo describe la psicóloga y descubridora del método, Francine Shapiro (2007), "es, por definición, cualquier hecho que haya tenido un efecto negativo duradero en una persona". Por tanto, partimos de la base de que cualquier experiencia vital sucedida a lo largo de nuestra historia personal determina nuestro funcionamiento actual, haciendo hincapié en los sucesos experimentados y recordados como traumáticos. Es decir, la disfunción presente con la que acude el paciente a consulta (manifestada como imágenes disruptivas, creencias negativas sobre sí mismo, emociones perturbadoras y/o sensaciones corporales), entendemos que es el síntoma, derivado de los hechos pasados que son las causas, denominadas "dianas", sobre las que trabajaremos a lo largo del proceso terapéutico.
 
 


La función adaptativa y natural del cerebro consiste en procesar las experiencias de nuestro día a día, por lo que, en condiciones normales, es el hipocampo el que se encarga de consolidar los recuerdos. Desafortunadamente, en ocasiones, esta función falla, lo que ocasiona que la información quede mal almacenada en nuestra "biblioteca cerebral", y sea la amígdala (encargada de controlar las emociones básicas) la que pase a hacerse cargo del trabajo que el hipocampo no ha podido realizar con éxito. Cuando la amígdala cerebral se activa, se manifiesta el miedo y la ansiedad, por lo que la intervención de la misma en el proceso de almacenamiento de recuerdos, hace creer al organismo que el peligro está presente y que los recuerdos no son recuerdos, sino amenazas actuales.

Cuando esto ocurre, hay que ayudar al cerebro a que termine de procesar estas experiencias, haciéndonos servir de los mecanismos naturales e inherentes del mismo, que en un momento determinado fallaron. Esto se consigue abordando la experiencia desde el enfoque psicoterapéutico EMDR, a través de un protocolo adaptado, junto con la combinación de estimulación bilateral (movimientos oculares o tapping, pequeños golpes alternos en las rodillas), lo que logra una intervención directa y a nivel fisiológico de la información, re-experimentando, desde el presente, los componentes del suceso pasado de manera que esta se actualiza volviéndose más adaptativa. Mediante esta intervención se consigue que las emociones, creencias y sensaciones corporales que quedaron arraigadas en las redes neuronales se reprocesen, es decir, vayan perdiendo fuerza hasta que se desensibilizan.

Como en toda psicoterapia, es fundamental realizar la formación específica y, por supuesto, una buena conceptualización del caso para garantizar el éxito de la intervención. Solo de esta manera podremos llegar a identificar correctamente las dianas que hacen de puente afectivo entre el presente y el pasado y que nos unen a la raíz del síntoma.
 
Teresa Ramis · Psicóloga · Terapeuta E.M.D.R.

miércoles, 11 de junio de 2014

¿Soy el/la padre/madre o adolescente ideal?

Esta semana el blog va de generalizaciones y de extremos. ¿Qué os parece si después de leer todo esto intentamos llegar a un equilibrio?
 
 
 
Los padres ideales desde el punto de vista de los adolescentes:
-          Los que se interesan por ellos y están disponibles cuando se les necesita. El apoyo paterno y el afecto positivo se relaciona directamente con alta autoestima, buen rendimiento escolar y razonamiento moral.
-          Los que, además de atenderles y comunicarse afectivamente con ellos, no necesitan de su compañía durante un largo periodo de tiempo. Quieren ser el centro de atención pero no quieren unos padres excesivamente preocupados por ellos.
-          Los que les escuchan y que no siempre lleven razón. Los adolescentes necesitan sentirse escuchados y que los padres se pongan en su lugar.
-          Los que les aceptan incondicionalmente. Muchos conflictos se dan porque a los padres no les gusta el estilo de vestir de sus hijos, sus aficiones o sus amistades. Esta desaprobación se interpreta como un rechazo general hacia los adolescentes, hacia su persona. ¿Cómo podemos hacerlo? Dejándoles claro que, independientemente de que no opinéis igual con respecto a determinados aspectos, les queréis.
-          Los que les tratan como adultos. Los adolescentes se niegan a ser tratados como niños. Y entonces ¿qué hacemos? Confiando, en la medida de lo posible, en las decisiones que toman sabiendo que luego cada acción tiene unas consecuencias que deberán aceptar como adultos que quieren ser.
-          Los que afrontan la vida de forma positiva. ¿Cuántas veces te has quejado de lo mal que te ha ido el día o de lo cansado que estás? ¿Cuántos días llevas sin dedicarle un tiempo a actividades placenteras? Las emociones se contagian y el sentido del humor es muy útil en la educación de los hijos que, en esta etapa, puede minimizar posibles conflictos.
 
 
Los adolescentes ideales desde el punto de vista de los padres:
-          Los adolescentes con una actitud más positiva, menos hostil y más comunicativa. Si tenemos en cuenta que la mayoría de los conflictos se dan a la hora de decidir sus actividades, podemos probar a darles más autonomía. Poco a poco, un adolescente no crece de la noche a la mañana. Pero así les haremos sentir más autosuficientes y les controlaremos menos reduciendo considerablemente su actitud hostil.
-          Los responsables. La responsabilidad tampoco aparece repentinamente, se crea con el paso de los años. Aunque es aconsejable que les vayamos haciendo responsables de determinadas cosas, no conviene que nos desentendamos del tema. Pues, seguramente, necesitarán un toque de atención en algún momento.
-          Los que no propician conflictos innecesarios, peleas y discusiones en todo momento. Para eso, los adultos podemos decidir qué aspectos son tan importantes como para ponernos severos y cuáles son pasables. De esta forma no entraremos en dinámicas negativas de las que será difícil salir si ocurren reiteradamente.
-          Los que necesitan estar en familia. Los padres podéis sufrir bastante ante el rechazo de sus hijos llegada la adolescencia. Lo que es aconsejable que entendáis es que el adolescente no deja de querer a su familia ni de formar parte de ella, sino que empieza a decantarse por otra forma de querer a sus familiares como ruptura de su mundo anterior.

 

¿Y vosotros? ¿Sois los padres o adolescentes ideales? ¿Se parecen vuestros hijos o vuestros padres a lo que habéis leído aquí?

miércoles, 4 de junio de 2014

La familia en la edad dorada (3-5 años)

Ahora que el verano está muy cerca y que ya ha empezado la jornada continua en los colegios, es un buen momento para hablar de cómo se relacionan los niños de 3 a 5 años con la familia.
¿Qué aspectos hay que tener en cuenta? La comunicación, el tiempo que se les dedica y las posibles disputas de los padres.
Los niños necesitan que se hable con ellos y no que se les hable únicamente. Mediante la comunicación aprenden muchísimas cosas: lenguaje, atención, memoria y no menos importante, que sus padres les atienden y les quieren. Si la comunicación con los peques se basa en monólogos continuos creyendo que así aprenderán a utilizar el lenguaje, no sentirán que nos importa lo que nos dice, que nos interesa. Los niños no aprenden a hablar únicamente por escuchar el lenguaje o ver la televisión, necesitan formar parte activa de las conversaciones. ¿Cómo podemos hablar con ellos? Utilizando cualquier tema que a ellos les interese en lugar de centrar todas las conversaciones en lo que los adultos creemos que les debe interesar. Empaticemos con ellos, a nosotros no nos gustaría hablar siempre de temas intelectualmente ricos y que suponen aprendizaje. Necesitamos desahogarnos, divertirnos, entretenernos y sentirnos escuchados independientemente del tema del que hablemos.
Hay dos estilos de comunicación que destacan dentro del ámbito familiar: el imperativo “ven, vete, no toques eso, cuidado, te vas a caer, siéntate, estate quieto”… Os suena ¿no? Y, por otra parte, encontramos el estilo declarativo. Aquél en el que se comentan cosas con los hijos, se hacen cosas juntos se juega y se habla… todo esto sin dejar de dirigir al niño pero de forma más sutil. Los niños que crecen con un estilo de comunicación declarativo no sólo desarrollan más su inteligencia sino también un mejor carácter puesto que no sólo se dedican a recibir órdenes y a cumplirlas sin necesidad o posibilidad de contestar nada sino que se sienten escuchados, se consideran otro interlocutor más y no un subordinado.
Es bien sabido que a los hijos hay que dedicarles tiempo pero sobre todo a estas edades el tiempo que requieren es todavía una gran cantidad, hecho que a veces es incompatible con el estilo de vida que nos impone la profesión en la que trabajamos. Por eso, si pensamos que a los niños se les puede dedicar el tiempo del día que a los adultos les sobre, puede suponer muy poco o ninguno.  ¿Qué hacemos en estos casos? Aunque es aconsejable encontrar más tiempo, si no es posible podemos compensar un largo periodo de tiempo por uno más corto pero de más calidad. Podemos enseñarles a jugar a un juego o con un juguete, leer un cuento, que nos cuenten lo que han hecho a lo largo del día, etc. Cuando hay hermanos es conveniente pasar un rato de tiempo con cada uno de manera individual ya que tratarlos siempre en grupo puede fomentar una relación algo impersonal. Es importante recordar que realizar actividades con los hijos o acompañarles mientras las realizan es igual de importante que otros aspectos de su crecimiento.
Y, cuanto más tiempo pasamos juntos, más posibilidad de que los niños presencien conflictos paternos. Presenciar discusiones por parte de los menores no supondrá necesariamente un trauma irresoluble ya que de esta forma pueden aprender que las personas tienen diferentes opiniones. Pero estamos hablando de discusiones que se encuentran dentro de unos límites. Y por límites entendemos no perder el respeto, no utilizar un lenguaje hiriente y, MUY IMPORTANTE, no meter a los niños dentro de la pelea. Si no se sabe discutir de esta forma, quizá es un buen momento para aceptarlo e intentar cambiarlo.
A los niños y adolescentes les afecta bastante presenciar discusiones con un tono demasiado elevado y con palabras hirientes. Además, los padres son su modelo para resolver sus problemas en el entorno social y para formarse una opinión sobre la vida en pareja. Es por esto por lo que se les debe explicar una vez se ha discutido que las personas pueden opinar distinto y a veces pueden enfadarse, pero eso no supone de ninguna manera que se dejen de querer o dejen de quererles a ellos.
Pero no es suficiente con tranquilizar a los hijos después del conflicto. Es aconsejable que vean la reconciliación de la misma manera que ha visto la pelea ya que un final feliz puede suavizar los sentimientos negativos que les han provocado. Y después de todo esto… ¿se puede hacer algo más? Efectivamente, algo muy importante. Los hijos tienen que ver muestras de cariño, afectividad y emociones positivas entre sus padres y éstas deben ser mayoritarias con respecto a las peleas.